domingo, 20 de septiembre de 2015

Musica en las antiguas civilizaciones

Musica en las antiguas civilizaciones


Es un hecho aceptado que la cuna de la primera civilización musical fueron los fértiles territorios bañados por los ríos Tigres y el Eufrates, el actual Irak, donde el pueblo Sumerio, en el IV milenio a.c., asentado en la zona meridional de Mesopotamia, desarrolló una actividad musical de carácter religioso, estrechamente relacionada con la liturgia. Aquella sociedad en cuyo seno apareció la escritura y en la que se perfeccionaros e impulsaron las artes de la alfarería y la fundición, levantó templos majestuosos en los cuales sacerdotes, astrólogos, matemáticos y músicos elaboraron una compleja hímnica en loa de la divinidad. 


La duración de los sonidos, o la reiteración de los mismos, muchas veces como imitación del paso o de los latidos del corazón, expresa la concepción de aquellos hombres, que entendieron la existencia de modo circular, cíclico, de la misma manera que lo era la floración de los árboles o la sucesión de los días y las noches.

Entre los instrumentos hallados por los Sumerios tenemos:
· Viento: Flautas (tigtigi) y oboes (abub), lo cual es indicativo del descubrimiento de la lengüeta, propia de los especimenes de la familia del Oboe, en los que el sonido se logra mediante la rápida vibración de la columna de aire y no por el choque de éste sobre un bisel o una embocadura, como sucede con las flautas.
· Cuerdas: Liras (algar) y arpas (zagsal) horizontales.
· Percusión: Tambor (balag), timbales pequeños, castañuelas rectas, sistros, címbalos y campanillas.




Egipto no fue ajeno a todas estas concepciones musicales, y ya desde el Imperio Antiguo (2635-2155 a.c.) la vida musical fue intensa y por igual importante en los ámbitos civil y religioso. Es significativo que los egipcios llamaran “hy” a la música, es decir “alegría”, cultivada por todas las clases sociales, conoció una notable evolución en el aspecto instrumental, especialmente en el Arpa, aunque la voz tuvo un gran realce: se asocia a la divinidad, el aliento como inmaterialidad del alma. 

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